miércoles, 25 de noviembre de 2009

Manifiesto del 25 de noviembre

Hoy no voy a empezar este manifiesto del Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer como se suele empezar en estos casos. Hoy no habrá tópicos ni números que pretendan retratar la realidad; porque por ejemplo, el número veintiuno no muestra el sufrimiento, la angustia, el miedo y la desesperación a la que mi vecina del tercero estuvo sometida hasta ayer por la noche, cuando su marido la estranguló. Hoy aquí no habrá más que realidades. Realidades crudas y desagradables, sí. Pero realidades.

No me equivoco al decir que todos sabemos de sobra qué es la violencia contra la mujer y que todos hemos oído hablar de las diversas formas bajo las que se esconde en nuestra sociedad. Es más de lo mismo. Podríamos pasarnos años y años repitiendo estos desagradables hechos, pero sin tomar medidas al respecto no serviría para nada. Por eso hoy, en este instituto, estamos celebrando el Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, porque la mejor medida que podemos tomar para curar a la sociedad de esta epidemia la tenemos todos y cada uno de nosotros en nuestras manos, pero necesitamos una educación para poder ponerla en práctica.

Acabar con este grave problema no es solo cuestión de estar en desacuerdo con la violencia contra la mujer, sino de oponerse pública y firmemente a ella y condenar hasta el último momento a todos los que siguen viendo a las mujeres como seres inferiores y despreciables; cuestión de unir nuestra fuerza, la de la solidaridad, la comprensión y la educación para conseguir que nunca más quede espacio para tales personas en la sociedad, pero más importante aún: para conseguir erradicar totalmente el pensamiento misógino y violento, así como la ignorancia, que es la manzana que pudre al resto, al fin y al cabo. También es tarea de todos dar aliento y ánimo a las mujeres que están sufriendo la violencia a manos de sus parejas, familiares o de cualquiera por el simple hecho de ser mujeres. Es tarea de todos recordarles que no están solas y que la voz a veces puede tener mucha más fuerza que una bofetada, especialmente si esa voz es la estremecedora voz de una multitud que las apoya y está a su lado, protegiéndolas y ayudándolas a hacer lo correcto: denunciar a sus maltratadores.

La celebración de este día debe servirnos para recordar que los protagonistas de la historia somos nosotras y nosotros (los que estamos aquí, los que están en su casa, los que están trabajando…); sí, sí, todo tipo de hombres y muejres; es decir, todo tipo de ser humano, pues tenemos la capacidad de ayudarnos mutuamente, el derecho a estar en igualdad de condiciones y la obligación de respetarnos. Espero que actos como este despierten de verdad el sentido de la responsabilidad de cada una de las personas que estamos en el mundo y que nos hagan ver que decir no a la violencia contra las mujeres es algo intrínseco a todo ser humano y que no se puede pasar por alto ni un solo día de nuestra existencia.

Neila Ervina Suárez. Alumna de 2º de bachillerato.

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